¿QUE SI YA PERDONÉ A MI PADRE?
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¿QUE SI YA PERDONÉ A MI PADRE?



No. Y no pienso hacerlo nunca. Así contestaba yo. A mis 29 años aún contestaba algo así cada que mi abuela me lo preguntaba.


Me dijiste "Él se lo pierde" abu.

Siempre que me veías llorar porque yo lo extrañaba.


Triste al ver que yo no tenía un papá como mis amigas.


Cuando salí de la primaria y no estuvo en mi graduación ni en secundaria ni en preparatoria, y en cada logro donde mis ojos lo buscaron, siempre entre tantos papás de mis compañeros.


¿Que si ya lo perdonó mi madre? Ella dice que sí. Ella también decía “él se lo perdió”, con los ojos llorosos para minimizar su abandono.

Con el corazón roto entre sus manos. Siempre intentando esconder su miedo a la soledad. Cada que yo le preguntaba que por qué no me buscaba. Que si no me extrañaba.


"Él se lo pierde" siempre dijeron. Pero hoy a mis casi 30 años pienso: ¡MENTIRA!

¡¡¡¡¡Él no se perdió de nada!!!!!

Él continuó con su vida.

Él volvió a enamorarse y a abandonarlas varias veces.

Él comió y siguió comiendo.

Él bailó y siguió bailando.

Él vivió la vida como se le antojó.

Él hizo lo que quiso hacer como soltero irresponsable.

Él disfrutó su dinero sin compartirlo con nosotras.

Él se despertó sin preocupacion de llevarme nunca a la escuela.

Él no se preocupo por estar ahí y darme de comer o hacer mi tarea conmigo cuando llegaba de la escuela.

Él no me llevó nunca a mi clase de natación ni de matemáticas.

Él no tuvo interés por mi salud.

Él no se interesó por conocerme y nunca supo qué color era mi favorito.

Él no curó los raspones de mis rodillas.

Él nunca estuvo conmigo en mis días más oscuros.

Y cuando fui adolescente, él no se dio cuenta de cuánto sufría cada que mi pareja amenazaba con abandonarme también.


Mi padre fue feliz a pesar de mi odio por él. Comió, bebió, viajó y disfrutó a pesar de mi inmenso rencor por él.


A pesar de la enorme deuda emocional que tenía conmigo y con mi madre. A pesar de nuestra felicidad, de nuestra salud.


Porque la persona que abandona no pierde nada. Ni la inconsciencia. Quizá se libera de obligaciones, se libera de estrés, se libera de preocupaciones, pero continúa.


Pero quienes odiamos paralizamos nuestras vidas.


Así llegue al consultorio de Gabriela Torres de Moroso Bussetti. Paralizada. Y ella fue quien me ayudó a moverme y a través del perdón a continuar con mi vida.

Con ella aprendí que quien se niega a perdonar, se niega a sí mismo la libertad.


Y aprendí a vivir. A vivir libre.


Basta. Aprender a perdonar es aprender que tu rencor no le hace daño a nadie, sino sólo a ti.

En menos de dos dias en su #campamento del perdón cambié totalmente.


Y Sí. Ya lo perdoné.


Mary Enríquez

Abril 2022


Más información: Visite: https://www.vivirlibre.org/campingperdon


Codependencia Emocional Centro VivirLibre.org

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